Simón, contamos contigo (1972)

Simón, contamos contigo (Ramón Fernández, 1972)

Simón, contamos contigo es una película episódica en lo estructural y carpetovetónica en lo temático. Allá por la Edad Media, un antepasado del protagonista (Alfredo Landa) creó un potente filtro de amor que fue pasando de generación en generación hasta llegar a la época contemporánea. Aunque el padre de Simón le advierte a su hijo en su lecho de muerte le advierte que siempre ha traído desgracias su utilización, esto apenas queda corroborado por el desarrollo argumental. La cosa es que Simón es un hombre apocado cuyo futuro como vendedor de libros está en peligro, hasta que la estrella internacional Flora Lisso (Rosanna Yanni) lo hace pasar por su amante para humillar a un novio infiel y, a partir de ese momento, todas las mujeres empiezan a encontrar en él atractivos insospechados. Lo paradójico es que Simón no tiene que utilizar una sola gota del élixir para que las féminas más atractivas lo encuentren irresistible.

Las viñetas históricas que sirven de prámbulo a la cinta, el ambiente las diversas situaciones en las que se ve envuelto Simón durante sus incursiones en la venta a domicilio —con el largo paréntesis del rodaje del spaghetti-western—, los múltiples oficios que ejerce o sus excursiones eróticas frustradas son otras tantas ocasiones para crear sketches más o menos exentos y autoconclusivos, propicios a la comicidad bufa y sin consecuencias de ningún tipo. Los temas de actualidad se se acumulan sin ton ni son: el turismo, los utilitarios, la vida provinciana, las coproducciones, la censura... La única gracia entonces es asistir al desfile de bellezas —la Yanni, Helga Liné, Ingrid Garbo, Mirtta Miller, Licia Calderón, Mary Paz Pondal, la imprescindible Josele Román...— en el papel de depredadoras sexuales frente a la timidez de Simón.