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El propietario de una editorial y un joven apostador que trabaja en la construcción son asesinados en un breve lapso de tiempo. La secretaria y amante del primero ha sido novia del segundo. La policía investiga.
GÉNERO: Policiaco
Homicidios en Chicago (José María Zabalza, 1969)
El hecho de que Zabalza accediera a ambientar el Chicago de la Ley Seca en el Irún post-sesentayochista y el que Homicidios en Chicago se rodara en frenético doblete con El regreso de Al Capone (José María Zabalza, 1969), con la que comparte intérpretes, decorados, vestuario y flotilla automovilística, resulta tan llamativo que suele opacar el resto de sus virtudes y defectos. Entre los primeros está que, a medio camino entre The St. Valentine's Day Massacre (La matanza del día de San Valentín, Roger Corman, 1967) y Bonnie and Clyde (Bonnie y Clide, Arthur Penn, 1967), Zabalza elabore un guión junto al productor José Antonio Cascales que bebe directamente de la colección FBI de la editorial Rollán. La intriga en torno a la editorial de Barlow y los propósitos de matrimonio de éste para una de su hijas, el argumento melodramático de la pianista inválida, la intriga misma, con la multiplicación de sospechosos, procede de esta cantera inagotable que es el folletín popular de posguerra en formato novela de a duro. No es extraño pues que, si el vestuario y las caracterizaciones busquen el reclamo de las películas recientes, el universo al que remiten las cintas de Zabalza es el de los melodramas criminales de Warner Bros. de los años treinta.
Luego, la película se resuelve en una serie de secuencias con levísima o inexistente concatenación causal. En ocasiones se trata de diálogos banales o expositivos sin el más mínimo interés, que Zabalza puede llegar a resolver incluso por teléfono, en una argucia ahorradora que se repetirá a lo largo de su filmografía. En otras, priman la acción y la violencia, elíptica o no; siempre menos exhaustivas que lo que el género demanda; peleas a puñetazos y atropellos permiten prescindir del derroche de las metralletas Thompson, icono del género desde Scarface (Scarface, terror del hampa, Howaerd Hawks, 1932), por lo menos. Por último, hay mayoría de situaciones en las que lo que prima es un suspense sin resolución inmediata: llamadas no atendidas, ruido de pasos nocturnos en una calle solitaria... En ellas Zabalza hace uso intensivo e imaginativo de las localizaciones naturales, por mucho que casi todas ellas delaten su datación sesentera. A veces parece que se recreara incluso en este tipo de juegos, como cuando sitúa una pelea ante una batería cuyo bombo ostenta sin rebozo el nombre de "The Blues Stones".
Zabalza comparece en efigie durante un interrogatorio en comisaría en el papel de un atribulado ciudadano que se encontró por casualidad la cartera de Barlow y que, por tanto, resulta sospechoso de asesinato. Es probable que también aparezca en la película Ana Satrova -sus manos, al menos- interpretando el tema principal de la banda sonora, que tanta importancia cobrará en la resolución del enigma. Ésta es la primera ocasión en la que la compositora argentina colabora con Zabalza. A partir de este momento sus carreras profesionales y sus trayectorias vitales van a quedar indisolublemente unidas.