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El mago (1949) contada por: Circo Méliès

Sobre la película

El mago

MÉXICO, 1949
IDIOMAS: Español | 100 min. | Blanco / Negro | 1,37:1 Normal

DIRECCIÓN: Miguel M. Delgado
PRODUCCIÓN: Posa Films (México)
INTÉRPRETES: Mario Moreno Cantinflas, Leonora Amar, José Baviera, Alejandro Cobo, Eduardo Finance, Miguel Manzano, Rafael Icardo
GUIÓN: Alex Joffé, Jean Lévitte, Jaime Salvador
FOTOGRAFÍA: Raúl Martínez Solares
MÚSICA: Gonzalo Curiel

SINOPSIS:

Un clarividente se hace pasar por califa.

GÉNERO: Comedia



CONTADA POR:
Circo Méliès
Especialistas en cine circense y de variedades

Blog

El mago (1949)

Por Circo Méliès - De qué va ... - 11/11/2022

El mago (Miguel M. Delgado, 1949)

blog El mago¿Fatiga? ¿Stress? ¿Cansancio? ¿Impotencia? En la agencia “Su otro yo” no resuelven su problema sino que lo sustituyen a usted. Le buscan un duplicado que asuma su puesto y así puede usted marcharse al campo a descansar. Es la solución que adopta el adivino príncipe Krifnar (José Baviera) cuando unos atracadores de bancos se presentan en su consulta y pretenden que les profetice qué sucursales podrán asaltar con éxito. Claro que el mago no es un príncipe de pega, sino el heredero del trono de Harichi, enviado cuando niño por su padre a México para escapar de las intrigas de su malvado tío. En “Su otro yo” tienen al doble perfecto, el hombre sin atributos capaz de encajar en cualquier personalidad o fisonomía. Pero, ay, esa tarde llega su novia de viaje. No la ve hace tiempo y no se le ocurre otra solución que recurrir a Cantinflas, el conserje de la oficina, para que le sustituya. Cantinflas se convierte así en cuádruplo del príncipe Krifnar, puesto que es doble de un doble.

A partir de aquí ya tienen ustedes montado el enredo. El sultán de Harichi ha muerto y sus ministros viajan a México para traerse de vuelta al heredero, el tío del príncipe Krifnar envía a un emisario y dos sicarios para que acaben con él, una peligrosa espía internacional (Leonora Amar) quiere conseguir a toda costa la concesión de las minas de diamantes y los gángsteres pretenden que les dé una solución a sus últimos fracasos.

Los sicarios deben acabar con el príncipe Krifnar durante una recepción oficial. Le identificarán por el turbante blanco característico de la realeza. Pero Cantinflas se encuentra con el maharajá de Penthalá (Roberto Corell), que también lleva turbante blanco. Para colmo, se presenta en la recepción el “Gran Faquir Birmano” que viene a saludar a su antiguo colega, Krifnar. Y, sí, también él se toca con un turbante blanco. El guionista Jaime Salvador –un español exiliado que escribió para Cantinflas ¡27 guiones!- aprovecha la presencia del faquir para insertar un puntacito satírico-populista a los que tan aficionado era el cómico:

-He acostumbrado a mi cuerpo a todas las privaciones –asegura el faquir-. A todas las vicisitudes. A comer poco y malo…

-¿De qué parte de México es usted? –pregunta Cantinflas.

Por supuesto, Cantinflas logra escapar de todos los complots. Cuando llega a Harichi este es el tono. No es el mundo de “Las mil y una noches”. La cosa se asemeja más a aquella parodia de The Sheik (El caíd, 1921) protagonizada por Ben Turpin: The Shriek of Araby (1923). Tropecientas favoritas y carne de comer todos los días. Las arcas del estado se vacían en los caprichos más extravagantes. El ministro (Pepe Martínez) le pegunta cómo le organiza las elecciones. Cantinflas aplica la doctrina del PRI:

-Limpias y democráticas… para que aluego salga quien yo disponga.

Una escena de una incorrección política increíble tiene lugar durante la “tienta” de un grupo de odaliscas de Arabia a las que se trata como vacas de lidia. Entre ellas destaca la bella bailarina cubana Olga Chaviano, que debuta apenas adolescente en los teatros de La Habana, actúa en Venezuela y forma pareja de baile con el mexicano René Barrera. No fue el único porque la tempestuosa vida amorosa de la Chaviano ha llegado a ser legendaria. Después de interpretar varias películas en México en un breve espacio de tiempo, regresa a Cuba donde fue primera estrella del Tropicana hasta el triunfo de la Revolución en 1959. En El mago se marca un ballet oriental que degenera en rumba, lo que da oportunidad a Cantinflas de ejecutar una de sus imprescindibles parodias dancísticas. La llegada del auténtico príncipe Krifnar da al traste con su vida regalada. Se da por satisfecho con que no le rebanen el cuello allí mismo, pero como el nuevo sultán se muestra magnánimo pide que bisbisbis…

De vuelta en México Cantinflas regenta un barracón pomposamente bautizado como “Gran Teatro Cantinflas”. No es, desde luego, el Tívoli, en cuyo escenario triunfaron Cantinflas y Olga Ochaviano. En el tabladillo, las sensacionales bellezas de Oriente ejecutan un mix de danza de vientre y  mambo. Fantasía oriental al alcance de los pelados.

Circo Méliès

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