índice del sitio
Inicio | Películas contadas | Perfiles | Canon | Blog | Sobre DQVlapeli | Contacto | Política de la comunidad | Aviso legal© 2025 Dequevalapeli.com
A finales del siglo XIX, un doctor con el rostro desfigurado realiza siniestros experimentosas con las ingenuas muchachas de un orfelinato londinense.
GÉNERO: Fantástico,Terror
El colegio de la muerte (Pedro L. Ramírez, 1975)
Formado profesionalmente como ayudante de dirección de Rafael Gil en su etapa en Aspa Films, Pedro L. Ramírez promociona a director a mediados de los cincuenta y encadena una serie de éxitos con comedias ternuristas protagonizadas por José Luis Ozores. Durante la década de los sesenta se dedica fundamentalmente a la televisión, pero antes de retirarse definitivamente del cine a mediados del siguiente decenio realiza un par eurowesterns, un "giallo" y El colegio de la muerte, titulo de fantataterror que cierra su filmografía.
Se trata de una película de terror ambientada en el Londres victoriano, en una institución de caridad para huerfanitas. Leonore (Sandra Mozarowsky) y Sylvia (Victoria Vera) son dos buenas amigas que deben abandonar la institución más o menos por las mismas fechas, llegada su mayoría de edad. Juntas han soportado vejaciones y maltratos, gracias a las atenciones del doctor Brown (Dean Selmier). Pero el mundo al que las envía la directora de la institución (Norma Kastel) es mil veces peor. Apenas llega a la casa donde debería trabajar como doncella, Sylvia es intervenida en vivo por el doctor Kruger con el fin de realizar un injerto de piel en su propio rostro desfigurado. El doctor Brown certifica su muerte, pero cuando Leonore se la encuentra por la calle el misterio empieza a complicarse.
Cadáveres que desparecen, azotamientos, lesbianismo, exhumaciones, venta de jovencitas a burgueses libidinosos y experimentos realizados por doctores enloquecidos se concitan en unas calles solitarias y cementerios neblinosos a los que la fotografía de Antonio L. Ballesteros no logra dotar de la más mínima verosimilitud debido a un sol omnipresente en los exteriores diurnos. Los ingredientes del pastiche están tomados sin mesura de dosis de las novelas de Robert Louis Stevenson, de las producciones de la Hammer Films y de Les yeux sans visage (Los ojos sin rostro, Georges Franju, 1960). Pero sus pretensiones románticas –resumidas en el alegato final del monstruo, buscan la filiación con El fantasma de la Ópera, de Gaston Lerroux, en la versión de Lon Chaney (Rupert Julian, 1925), del que Seilmer era un ferviente admirador.