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Durante la invasión napoleónica, un hombre escapa de su pueblo, en vísperas de su boda, tras haber dado muerte a un soldado francés.
Luna de sangre (Francisco Rovira Beleta, 1952)
Arcos de la Frontera, 1807. En vísperas de su boda con Elvira Alvareda (Isabel de Pomés), Ventura Hurtado (Juan Manuel Soriano) se alista para combatir a los franceses. Le acompaña el hermano de su novia, Pedro (Francisco Rabal), pero el conde de Villagrán (Ricardo Martín) le impide hacerlo porque su trabajo como labrador es importante para el sostenimiento de la tropa. Él también quiere casarse, con Rita (Paquita Rico), pero la madre de los Alvareda (Ángela Liaño) es orgullosa y no está dispuesta a consentir este matrimonio. Ese mismo día entran en el pueblo las tropas francesas. Un soldado maltrata al padre de Ventura (Modesto Cid) y éste lo mata. Luego, arrojan el cadáver al pozo y escapa del pueblo. Cuando Ventura decide acompañarle, la madre urge a Rita a que se case con él: sabe que es el único modo de retenerle junto a ella. Resulta difícil no establecer paralelismos entre el regreso a la casa saqueada de los Alvareda y la vuelta de tantos españoles a sus hogares tras la Guerra Civil. Una transición de siete años queda enhebrada en el relato de la historia familiar que el padre de Ventura hace para el hijo de Pedro y Rita: un discurso sobre el paso del tiempo, la reconstrucción y el olvido, muy similar al oficial del franquismo a principios de la década de los cincuenta, por mucho que la realidad de la represión fuera bien distinta. Un día, inesperadamente, regresa Ventura, como un fantasma. Pero ya no le interesa Elvira, Durante la fiesta de celebración de su regreso baila con Rita y desde entonces la busca por todos los rincones. El enfrentamiento entre los dos hombres es inevitable.
Rovira Beleta pone en juego numerosas ideas de planificacón: la madre de Pedro descubre los amores de su hijo por la sombar de la pareja tras una sábana tendida en el patio; cuando Ventura acaba con el soldado francés y éste se desploma, el homicida se refleja en un espejo que había tras el muerto y que ha recibido el impacto de la bala; al entrar Pedro en la venta donde Rita baila con Ventura los músicos dejan de tocar, salvo un guitarrista ciego... Sin embargo, lo más interesante es el modo en que orquesta los inevitales números musicales para que hagan avanzar la historia, utilizando lo que el baile tiene de cortejo tanto argumentalmente como mediante la puesta en escena, y haciendo aflorar los sentimientos inconscientes de Rita mediante una canción al tiempo que Ventura la acecha.