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En Buenos Aires, a principios del siglo XX, una mujer de pasado dudoso se enamora del hijo de un hombre rico que tiene influencia en la policía.
GÉNERO: Drama
La parda Flora (León Klimovsky, 1952)
La Parda Flora (Amelia Bence) es una leyenda de vicio y pecado en el ambiente canalla porteño de principios del siglo. La conocemos actuando en un cafetín de tango y alterne, en cuyo piso superior hay también juego. José María Menendez (Carlos Cores), el hijo de don Fortunato Menéndez (Bernardo Perrone), cree que la fortuna de su padre le abrirá la puerta de la timba, pero la parda Flora se muestra muy cauta con la gente a la que no conoce. Para cuidar del joven, el padre envía al Mocho Laguna (Jacinto Herrera), un tipo peligroso con el cuchillo empeñado en poseer a la mujer, como la han poseído tantos. El chico hace trampas en el juego y todos terminan en comisaría, donde la mujer se libra del cierre local gracias a que tiene un misterioso protector en el mundo de la política. No tardaremos en decubrir que el avalista y propietario de estas casas de mala nota no es otro que don Fortunato. Una vez al mes, Flora va a visitar a sus hijas a las que tiene internas en un colegio de monjas. Pero en esta ocasión las niñas quieren ir con una compañera y con su madre a un salón del centro donde se proyectan películas. Flora no tiene más remedio que ceder y allí se encuentra de nuevo con José María, que está en un tris de ponerla en un aprieto, pero que termina pegándose por ella cuando un cliente la crítica. Su amor les lleva a alejarse de Buenos Aires e intentar emprender una nueva vida, pero hasta allí les alcanza el rencor de don Fortunato, como en La dama de las camelias. Los giros argumentales se suceden: José María cae una y otra vez en el juego y uno de los modestos conventillos de los que es propietario Menéndez, pero Flora se hace cargo, se derrumba. El publo quiere lincharla. Un diputado de la oposición le ofrece el dinero que necesita para que sus hijas se independicen a cambio de las pruebas que incriminan a su rival. El asesinato del diputado significa la caída política de don Fortunato. La misma noche en que el pueblo celebra las primeras elecciones sin amañar se producirá el desenlace redentor.