Lo que nunca muere (1954)

Lo que nunca muere (Julio Salvador, 1954)

La acción arranca en el Marruecos colonial con una sorpresa: cuando el comandante Carlos López Doria (Conrado San Martín) va a ser condecorado por haber logrado abortar una operación de sabotaje realizada por "peligrosos elementos al servicio de potencias extranjeras infiltrados en nuestro territorio", se presenta vestido de paisano, con brazalete negro, y acompañado por un sacerdote (Ramón Martori) que declara que abandona la carrera militar para convertirse en misionero. Nita (Vira Silenti), una rubia platino con todo el tipo de aventurera internacional, le llama por su nombre, pero él la ignora. Instantes después Nita y Hassan (Luis Induni) son detenidos en la calle a punta de pistola por Pierre (Gerard Tichy)

En el barco que les conduce al África profunda, el comandante López Doria relata su historia al misionero: un folletín de hijo de una mujer desheredada por su madre por un matrominio desigual, de ingreso del vástago mayor en la Academia Militar y de su regreso a los barrios bajos donde los "fachas" no son bien recibidos por culpa de años de "continuos cambios de política y gobiernos irresponsables [que] llevaban la nación al caos". Uno de los que recibe al cadete con pellas de barro es su hermano Quique (Pepito Moratalla). De este modo, en el minuto diez, ya están los personajes principales presentados, armada la intriga que ha de sostener el resto del metraje -¿cómo abortó el sabotaje? ¿qué ocurrirá, con la mujer cuyo amor él considera indigno?- y, sobre todo, el tema central: el cainismo. Porque, aparte de los devaneos sentimentales de Carlos con las enfermeras Margarita (Marion Mitchell) y Marcela (Mercedes de la Aldea), finalizada la contienda deberá enfrentarse con su hermano, educado en la Unión Soviética en el comunismo y devuelto a España desde Toulouse con el nombre de Alexander Duniev. Para infiltrarse en España cuenta con la ayuda de Pierre, al que ya conocimos al principio de la cinta y que se ha convertido en (más o menos) amante de Margarita. Su misión es neutralizar a un agente soviético que pretende huir a España.

López Doria no consigue salvarlo antes de que sea devuelto a la Unión Soviética, pero, destinado en Tánger, volverá a enfrentarse a su hermano y a Pierre, que pretenden volar un embalse que los españoles construyen en Marruecos. Como manda el canon del folletín, Carlos se ha enamorado de Nita, la agente soviética infiltrada para espiar sus movimientos, y Margarita ha viajado también a Tánger como enfermera y allí descubre que está embarazada. El hijo es, por supuesto, de su marido: un médico que la tenía abandonada por su obsesión de ayudar a los demás. En el embalse tendrá lugar el enfrentamiento fratricida, antes de que la vuelta al presente nos descubra la verdad.