índice del sitio
Inicio | Películas contadas | Perfiles | Canon | Blog | Sobre DQVlapeli | Contacto | Política de la comunidad | Aviso legal© 2024 Dequevalapeli.com
El navegante Cristóbal Colón recaba la ayuda de los Reyes Católicos para buscar la ruta de las Indias por el océano Atlántico.
GÉNERO: Historia
Alba de América (Juan de Orduña, 1951)
Los títulos de crédito exponen bien a las claras que la película es una producción Cifesa con toda clase de apoyos oficiales -Minsiterio de Marina, Museo Naval, la comisión del Centenario de los Reyes Católicos...- patrocinada por el Instituto de Cultura Hispánica. Es decir, se trataba de un encargo oficial que la productora valenciana debía financiar en el peor momento de su trayectoria empresarial y por la que esperaba recibir las máximas ayudas oficiales. El desembarco en la Dirección General de Cinematografía de García Escudero y el golpe de timón al sistema de ayudas -la comprometida Surcos (José Antonio Nieves Conde, 1951) recibió el Interés Nacional- llevó a la quiebra de la productora de los Casanova. Finlamente, García Escudero cesó en su cargo y la productora obtuvo la ayuda demandada, pero ya era demasiado tarde. El breve plazo en el que las películas históricas de Orduña habñian supuesto la máxima aspiración de la cinematpgrafía española habían tocado a su fin.
Como en la mayoría de ellas, el cuerpo central del relato constituye un flashback. En este caso, el detonante es el motín de los marineros de la Santa María, que consideran a su capitán un mal navegante y, además, extranjero. Martín Alonso Pinzón (José Marco Davó) sale en defensa del hombre al que Isabel y Fernando han confiado sus naves y sus banderas. La historia retrocede entonces al momento en que Colón (António Vilar) llegó al monasterio de La Rábida, siete años atrás, con el único caudal de sus sueños de gloria. En comepetencia con Portugal por descubriri la ruta de poniente hacia Catay y Cipango, fray Juan (Jesús Tordesillas), antiguo confesor de Isabel, le entrega una recomendación para la reina (Amparo Rivelles) en Granada, consciente de que su misión no será sólo material, sino también espiritual.
A estas alturas, la película ha olvidado ya cualquier conflicto dramático, y se resuelve en una suerte de sucesión de monólogos visionarios, escritos en tono tan vehemente como altisonante por José Rodulfo Boeta. Por ello es necesario recurrir a la presencia de un prestamista judío (Manuel Luna), dispuesto a recurrir al chantaje con tal de obtener el secreto de la ruta, y a la rivalidad del francés Gastón Armagnac (Eduardo Fajardo) por el amor de la dulce Beatriz (María Martín). Todo ello evacuado del final donde, de vuelta del flashback, sólo cuenta la llegada a San Salvador el 12 de ocrubre de 1942 y el sometimiento de aquellas tierras a la corona bajo la advocación divina. Isabel de Castilla se convierte así en metáfora de la España católica.