Crónica sentimental en rojo (1986)

Crónica sentimental en rojo (Francisco Rovira Beleta, 1986)

La jueza Montal (Silvia Solar) es la depositaria del testamento del patriarca de los Bassegoda, una familia de la alta sociedad barcelonesa. Cuando una prostituta aparece asesinada en la playa con un pecho cercenado y la masgistrada lo recibe en su casa, relaciona el crimen con un lienzo que hay en la mansión de los Bassegoda. Por ello recurre al cachazudo comisario Méndez (José Luis López Vázquez), que debe establecer si existe alguna conexión. La excusa para inmiscuirse en un caso que lleva la Guardia Civil es la protección de la heredera Blanca Bassegoda (Assumpta Serna) a la que amenaza su ex-marido. La solución propuesta por Méndez no puede ser más descabellada: Blanca debe fingirse enamorada de Richard (Lorenzo Santamaría), un boxeador noblote que acaba de salir de la cárcel, lo cual terminará ahuyentando al pegajoso ex-marido. Más extravagante aún que la propuesta, resulta que ella la acepte. O que, para librarse finalmente de su marido, pacte un reparto de la herencia con su primo Sani (Fabià Mata) a cambio de que lo liquide. Mientras tanto, Méndez intenta localizar a Wenceslao Cánovas, el pintor que retrato a la señora Bassegoda con el pecho amputado. Por supuesto, nada es lo que parece y Méndez, en plan detective Colombo, descubrirá al auténtico criminal y, de paso, confirmará que la alta burguesía hará lo imposible por seguir mantenieno su estatus, en tanto que los desheredados de la fortuna seguirán siendo explotados por aquélla hasta el fin de los tiempos.

En su última incursión tras las cámaras, Rovira Beleta adapta la novela homónima de Francisco González Ledesma que había ganado el premio Planeta dos años antes. Más que la intriga, excesivamente alambicada y con algún cabo suelto, lo más interesante de Crónica sentimental en rojo es el intento de recuperar la ciudad de Barcelona para un cine criminal con denominación de origen.