índice del sitio
Inicio | Películas contadas | Perfiles | Canon | Blog | Sobre DQVlapeli | Contacto | Política de la comunidad | Aviso legal© 2025 Dequevalapeli.com
Los hijos de un armador vasco tienen caracteres totalmente diferentes. El mayor es trabajador y responsable; el menor, un sinvergüenza, que compromete a su hermano en un asunto de contrabando a fin de hacerse perdonar una deuda de juego. Ajeno a todo ello y a causa de un amor contrariado, el mayor partirá hacia Brasil.
GÉNERO: Aventuras ,Comedia,Drama
El emigrado (Ramón Torrado, 1946)
Desde niños, los hermanos Ibarrola han sido rivales. José Mari (Alfonso Estela) es el consentido de su madre (Carmen Sánchez) a pesar de llevar una vida de crápula que pone en entredicho el buen apellido de la familia. En cambio, Ignacio (Raúl Cancio) ha tomado el puesto de su padre en la naviera y es un avezado patrón de trainera. Marichu (María Asquerino), la prima de ambos, se compromete con José Mari porque piensa que de ese modo conseguirá devolverlo al buen camino. Ignacio, que también la ama, decide poner tierra por medio, no sin antes firmar un flete para Casablanca en el que José Mari ha introducido clandestinamente un cargamento de armas por cuenta de un tahúr al que debe dinero (Arturo Marín).
Es así como Ignacio y su fiel criado Josechu (Manolo Morán) llegan al Brasil y entran en contacto con un plantador de café apellidado Wills (Alberto Romea). Éste tiene una hija díscola y caprichosa (la italiana Miriam Day) que tontea con su primo Jaime (Jorge Mistral). Sin embargo, encontrará el amor verdadero junto a Ignacio, quien está a punto de ser nombrado consejero de la empresa. Sin embargo, Jaime, empujado por los celos, averigua la auténtica identidad de Ignacio y revela a su tío las cuentas que tiene pendientes con la justicia española por contrabando.
Bajo la atenta mirada de un sacerdote (Félix Fernández) que, además, es tío de los chicos, El emigrado propone el perdón del fuerte como único camino hacia la reconciliación con el débil. Previamente, éste se ha sometido a un proceso de redención mediante la beneficencia, lo que –de un modo que no queda explicado en la película- le ha conducido a las puertas de la muerte. Eso sí, sin abandonar nunca su posición de privilegiado industrial. No en vano, él es el heredero del nombre del patriarca y se lo ha transmitido a su hijo. La continuidad de la gran burguesía vasca, castellanoparlante y afín a la sublevación militar, queda pues salvada.
Al tiempo, el argumento de Adolfo Torrado y la película de su hermano Ramón proponen sendos universos folklorizantes a ambos lados del Atlántico. Tan inverosímil resulta hoy la Guipúzcoa de las regatas de traineras, los espatadantzaris a ritmo de melodía de Jesús Guridi y el bacalao al pilpil, como la selva amazónica de bolsillo, con jaguares de archivo de película de Tarzán y bailarina imitando a Carmen Miranda. La desternillante mirada colonial sobre Latinoamérica pone en entredicho la supuesta autenticidad de la ambientación vascongada.