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Un maestro rural hipnotiza involuntariamente a sus alumnos, por lo que es despedido. Pero su "poder" le abrirá inusitadas expectativas de negocio en el país de la publicidad: Estados Unidos.
GÉNERO: Comedia,Drama
¡A mí no me mire usted! (José Luis Sáenz de Heredia, 1941)
Los alumnos de don Anselmo Carranque (Valeriano León), modestísimo y bajito maestro rural, cantan las lecciones que da gusto. Él lo atribuye a su método mnemotécnico de impartir las clases de Geografía, Historia o Aritmética en verso, pero la realidad es muy otra. Porque la mirada de don Anselmo posee un poder hipnótico inconsciente e incontrolado, que hace que los niños, en su presencia, repitan lo que únicamente está en la cabeza del maestro y, una vez fuera de su radio de acción, sean más borricos que sus padres, que ya es decir.
Ante las quejas de los lugareños, el alcalde del pueblo (Manuel Arbó), habituado a los métodos caciquiles lo pone de patitas en la calle. Pero quiere la casualidad que ese mismo día le llegue al maestrito la noticia de que ha heredado a un rico pariente estadounidense. Eso le va a permitir poner en marcha el acariciado proyecto de un grupo escolar con toda clase de lujos que llevará por nombre el de la maestra del grupo de niñas (Rosita Yarza), de la cual está irremediablemente enamorado.
Sin embargo, al desembarcar en el continente americano, se encuentra con que la herencia son dos palmos de tierra baldía. Por suerte, también se topa con un paisano llamado Viriato Garrido (Fernando Freire de Andrade), médium y converso de la agresiva publicidad al modo estadounidense. Garrido le propone entonces a don Anselmo un lucrativo negocio: usar sus poderes para que líderes mediales, capitanes de la industria y célebres tenores, vean alterados sus protocolarios decursos e, incluso, un aria de Rigoletto, por eslóganes publicitarios que logran récords de difusión para las marcas patrocinadoras.
Por sus escenarios internacionales y temática cuasifantástica ¡A mí no me mire usted! se podría encuadrar en una veta de comedias excéntricas que menudearon en la posguerra. Sin embargo, la derrota vital del protagonista y los restruécanos verbales nos remiten a la tragedia grotesca arnichesca, un género escnénico en el que que Valeriano León era un auténtico especialista. De la colisión entre estos dos mundos surge un producto híbrido, ayuno de marcas temporales, por cuanto muestra una España atrasada, inculta y caciquil ajena por completo a la propaganda elaborada desde el Nuevo Estado a la que el propio Sáenz de Heredia contribuiría inmediatamente después con la dirección de Raza (1941), cuyo guión escribió Franco.