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Cuando Juan se va a trabajar a Alemania, deja a su esposa Teresa con su madre. A la casa llega Andrés, un muchacho joven que está terminando sus estudios. Poco a poco en el muchacho surge una pasión por Teresa que se desencadena cuando un vecino la ataca y Andrés sale en su defensa. (FILMAFFINITY)
GÉNERO: Emigración,Drama
Vivir un largo invierno (José Antonio de la Loma, 1964)
El texto programático que abre ésta, como tantas otras producciones de Iquino, nos pone sobre aviso de la intención moralizante de la película. El guión de Iquino y de la Loma vendría a demostrar que la emigración no es fruto de causas sociales, económicas y políticas, sino de la ambición de algunos individuos aislados que ponen así en peligro lo que dejan en España: sus familias.
El caso no puede ser más a propósito... Juan (Ángel Lombarte) trabaja en un taller que pretende comprar con lo que gane en Alemania. Es un buen técnico y en unos meses piensa reunir lo suficiente para hacer realidad sus sueños y dar a su mujer, Teresa (Silvia Solar), todo lo que ella se merece. Va con él un compañero menos cualificado cuyo hijo también puede tener un futuro mejor si, al tiempo que trabaja en el taller, estudia Bellas Artes. Andrés (Fabrizio Moroni), quedará acogido en casa de Juan, donde las relaciones entre Teresa y su suegra (Consuelo de Nieva) no son todo lo buenas que podrían ser. Además, en el barrio todo son habladurías: una mujer joven, un chico que entra en casa apenas se ha marchado el marido... El colmado en el que trabaja Luis (Fernando León), macho en celo perpetuo, es foco de la maledicencia.
En la Escuela de Bellas Artes, Andrés conoce a Mónica (Olga Omar), hija de un acaudalado provinciano con complejo de culpa que le paga un estupendo estudio en La Pedrera. Mónica se interesa por Andrés y la suegra de Teresa alienta esta relación porque intuye el peligro que se cierne sobre su casa, aunque Andrés siente un rechazo que podemos llamar "de clase" por su compañera. Un día se presenta allí Luis con la excusa de entregar un pedido. Intenta forzar a Teresa. Andrés llega a tiempo para intentar salvarla, pero recibe una tremenda paliza. Su amor por ella es evidente y no puede ocultarlo por más tiempo.
La película se va internando así por la senda del melodrama y abandonando cualquier intención social más allá de su mera enunciación. El problema es que de la Loma tampoco lleva el melodrama hasta sus últimas consecuencias. Probablemente parte de la culpa fuera de la (auto)censura y el resto de cierta incapacidad para el género. Tampoco los protagonistas resultan adecuados, así que el interés se va diluyendo a medida que pasan los minutos y las escenas se suceden con desgana fiando la progresión del relato al diálogo, con algún hallazgo muy ocasional de puesta en escena.
A las inverosimilitudes de la trama se contrapone cierto gusto en la caricatura costumbrista por cuenta de la patrona del colmado, el chico de los recados y las clientas.