Clara es el precio (1975)

Clara es el precio (Vicente Aranda, 1975)

Clara (Amparo Muñoz) y Marta (Ivonne Sentis) están casadas con dos arquitectos, Juan y Tito (Maximo Valverde y Víctor Petit). Ambos tienen un proyecto revolucionario para urbanizar las dunas del delta del Ebro para cuya comercialización precisan de la colaboración de Jorge (Juan Luis Galiardo), un publicista dispuesto a convencer a un constructor llamado Kellerman (Alejandro Ulloa) para que financie el proyecto. Para ello necesita la colaboración de las dos esposas.

Jorge considera que los "ábrete sésamo" contemporáneos son términos como "ecología, nuevo, limpio y virgen". Precisamente éste es el estado de Clara después de varios años de matrimonio debido a la impotencia de Juan y a pesar de su ocupación diurna y clandestina: actriz porno. Esta paradoja constituye todo el meollo del guión de Pedro Carvajal, al menos en la realización de Vicente Aranda, y el motor de un chantaje que funciona como dispositivo motriz en la segunda parte.

Aranda pone en escena tres parodias de películas porno, se burla de la imagen de "latin lovers" de Máximo Valverde y Juan Luis Galiardo e ironiza sobre las convenciones del melodrama, de modo que la propia película nunca termina de tomarse en serio a sí misma. Esto, unido a la inexperiencia de Amparo Muñoz en su segundo cometido protagonístico tras Tocata y fuga de Lolita (Antonio Drove, 1974), hace de Clara es el precio una cinta fallida desde el punto de vista creativo, aunque comercialmente supusiera un nuevo acierto económico en la carrera de su director.