O bandido da Luz Vermelha (1968)

O bandido da Luz Vermelha (Rogério Sganzerla, 1968)

Con O bandido da Luz Vermelha y Matou a família e foi ao cinema (1969) Rogério Sganzerla y Júlio Bressane rompen no sólo con la tradición de la chanchada en el cine brasileño, sino también con lo que les parece el pactismo del "Cinema Novo". Ambos se proponen hacer un cine conscientemente tercermundista y poner una bomba en el discurso de la intelectualidad europea que sanciona y aprueba desde los festivales de Cannes y Venecia el exotismo de las producciones brasileñas. Dan así a luz (roja) todo un movimiento que dio en llamarse "Cinema Marginal".

A partir de estos presupuestos ideológicos, de una insolencia propia de su juventud -Sganzerla tiene 23 años cuando escribe y dirige O bandido da Luz Vermelha- y de una intoxicación cinéfila razonablemente digerida -ha sido crítico de cine desde los 18-, el director debutante prepara un cóctel molotov en el que lo mismo caben Jean-Luc Godard, Samuel Fuller o Anthony Mann. Del primero hay una cita literal a la muerte de Pierrot le fou y varias alusiones a À bout de souffle; del segundo, un sentido de la violencia tan contundente como urgente; del tercero, la búsqueda de espacios abiertos para contar su historia.

La mixtura genérica es igualmente generosa. En primera instancia, la película es un policial basado en un hecho de la crónica negra de São Paulo, la persecución durante toda la década de los sesenta de un criminal denominado por la prensa como "el bandido de la luz roja" que se dedicaba a asaltar mansiones con una linterna, hacía que sus víctimas cocinaran para él y luego las violaba y cometió, al menos, dos asesinatos. Finalmente, al cabo de cinco años, la policía logró descubrir al delincuente: un hombre llamado João Acácio Pereira da Costa, que vivía modestamente e iba a cometer sus atracos en autobús.

A partir de esta anécdota argumental, Sganzerla se dedica a acumular códigos del western, de la chanchada autóctona, del fantástico -en versión amenaza alienígena-, e, incluso, del cine político. Con querer marcar distancias con el "Cinema Novo", Sganzerla no deja de apropiarse de algunas propuestas formuladas por Glauber Rocha en Terra em Transe (1969).

La cosa no termina aquí, porque en la banda sonora compiten las voces de dos locutores radiofónicos, que ofrecen una versión esloganizada y tópica de lo que estamos viendo, con un denso tapiz de melodías románticas latinoamericanas ilustradas por la introducción de un doble del bolerista chileno Lucho Gatica.

O bandido da Luz Vermelha está rodada en mayo de 1968 y es innegable hija de su época, cuando aún había fe en que de la destrucción -festiva, goliárdica- de todo lo corrompido nacería un mundo nuevo. Y otro cine.