Sueños de mujer (1961)

Sueños de mujer (Alfonso Balcázar, 1961)

Florence L. Barclay publicó la novela The Rosary en 1909 e inmediatamente se convirtió en un best seller. La historia de amor, abnegación y sacrificio apelaba a lo que entonces se suponía que eran los intereses de las mujeres aficionadas a la lectura. No sólo en Reino Unido, sino también en España, donde la traducción fue publicada en la colección "La Novela Rosa" de la Editorial Juventud. Su popularidad la llevó a ser adaptada a la pantalla en varias ocasiones, una de ellas en México en 1944.

Pues bien, ésta es la historia que Alfonso Balcázar y su guionista Miguel Cussó deciden poner al día para que el primero prosiga su carrera como director en el seno de la productora familiar. La historia de la solterona que renuncia al amor de un artista más joven que ella por miedo a lo que pueda suceder en unos años parece pintiparada para la estrella mexicana Marga López, a la que acaba de dirigir en ¿Dónde vas triste de ti? (Alfonso Balcázar y Guillermo Cases, 1960) en el papel de María Cristina de Habsburgo, y el prometedor galán José Campos, generosamente publicitado como "el James Dean español". Para que a nadie se le pase por alto el parecido, el prólogo lo presenta sufriendo un accidente automovilístico al volante de un descapotable, pero lo que en septiembre de 1955 fuera causa de la muerte del ídolo hollywoodiense, es en la película origen de una ceguera tanto más lamentable puesto que Carlos (Campos) es un prometedor pintor. Preocupado por la desesperación de su amigo, el doctor Alcázar (Antonio Almorós), telefonea a Laura (López), una mujer ya entrada en la treintena que lleva una vida solitaria como diseñadora para una casa de modas de Madrid. Durante su viaje a Barcelona, Laura rememora su truncada historia de amor veraniego con Carlos en Sitges...

El largo flashback que constituye todo el segundo acto de la película se formula como un triángulo amoroso entre el ligón Carlos, la romántica Laura y su atractiva sobrina Mónica (Paloma Valdés), quien ha decidido tontear con el pintor durante este paréntesis estival. Antes de que finalice el verano, cuando Laura se dé cuenta de que su compromiso ha ido demasiado lejos y de que Carlos está dispuesto a casarse con ella, decide fingir que todo ha sido una aventura y volver a Madrid. Pero no ha sabido medir el bien la sinceridad de los sentimientos de Carlos, que se arroja a una espiral de alcohol y autodestrucción que es la causa de su accidente automovilístico. A fin de purgar su culpa y amparada en la ceguera de Carlos, Laura se hará pasar por una enfermera que debe soportar a todas horas las impertinencias de un hombre amargado.

No descubrimos nada si decimos que, en una historia como ésta, al final triunfa el amor. Es parte del juego melodramático en el que, demediado el hombre por su discapacidad, la pareja amorosa puede al fin constituirse en pie de igualdad. El doctor Alcázar, enamorado platónico de Laura, queda evacuado del final revelando así su condición de personaje meramente funcional, en tanto que Mónica habrá madurado levemente durante el proceso y parece destinada al matrimonio burgués que le corresponde por clase social.

La música, los atuendos y el incipiente ambiente turístico de Sitges ponen la nota actual en lo que sigue siendo sempiterna carne de melodrama.