Los cuatro de Fort Apache / Campa carogna... la taglia cresce (1973)

Los cuatro de Fort Apache / Campa carogna... la taglia cresce (Giuseppe Rosati, 1973)

“Como dijo Mahoma camino de China: la mujer en la cocina”. Ésta es una de las supuestas enseñanazas coránicas que el explorador de la caballería estadounidense y cazador de recompensas Corán (Gianni Garko) comparte con los otros tres de Fort Apache: el capitán Chadwell (Stpehen Boyd), el teniente Kohl (Howard Ross) y el sargento negro Washington Smith (Harry Bayrd). El capitán ha sido comisionado por el general Grant para acabar con la insurrección del general Muller (Alfredo Mayo), apodado “El Supremo”, quien al mando de una partida de bandidos mexicanos está robando sus armas al ejército. No contento con eso, su lugarteniente, Ángel Sánchez (Simón Andreu) ha raptado a la hija del doctor Adams (Teresa Gimpera). En la contraposición entre el mercenario que todo lo hace por dinero y los tres militares, no mucho más ortodoxos en el modo de llevar a cabo su misión, se va desarrollando el relato hasta el gran enfrentamiento final con los bandidos de Muller —López en la versión anglosajona— un enloquecido austrohúngaro que pretende devolver el terriotorio mexicano a los herederos de Maximiliano.

Igual que hay un western crepuscupar, que va de Budd Boetticher a Monte Hellman, existe un western mediterráneo crepuscular. Donde el primero hablaba sobre la fagocitación del pionerismo y de los héroes solitarios por cuenta del progreso, el segundo pone en escena la caducidad de los rasgos distintivos del propio género, exasperándolos hasta lo imposible o recurriendo a la parodia. Los cuatro de Fort Apache no sabe a qué carta de las dos quedarse, así que juega ambas. Paródica en el tratamiento de personajes como Corán o Muller y en la pelea de los soldados en el fuerte —en la línea de la serie Trinità (Trinidad, E. B. Clucher, 1970-1972)—, opta en cambio por la violencia delirante en la masacre que abre la película o en la definción del personaje interpretado por Simón Andreu. Teresa Gimpera y Helga Liné tienen un papel puramente decorativo.