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Duende y misterio del flamenco (1952)

Por Santiago Aguilar - De qué va ... - 01/05/2018

Duende y misterio del flamenco (Edgar Neville, 1952)

Para poner en marcha su nueva producción Neville arma una especie de escaleta que es poco más que una enumeración de situaciones que ilustrarán los diferentes cantes y la locución en la que se resumen veinticinco años de flamencología. Neville detalla un desarrollo que luego desbaratará totalmente al enfrentarse en el montaje al material rodado. Comienza invocando a Falla para desgranar, por este orden: serranas, alegrías, tientos, saetas, martinetes, deblas, cañas, polos, livianas y granadinas, cantes de las minas, cantes de Levante, malagueñas, verdiales y zambras para terminar con unas bulerías interpretadas por el ballet de Pilar López que resuenan por toda España. El último plano, el 213, debía ser “un mapa de Andalucía. Sobre él los bailaores siguen bailando. El ruido del ritmo es ensordecedor”. Se trata, por tanto, de un recorrido geográfico por el cante flamenco a partir de la definición de lo “jondo”.

Ésta es la documentación que presenta con su productora a la Dirección General de Cine y Teatro para obtener el preceptivo permiso de rodaje. El presupuesto estimado se cifra en 3.708.447 pesetas. Se prevé el uso de 36.000 metros de negativo. No es una cifra elevada si tenemos en cuenta que cada fotograma consume el doble de material virgen… en blanco y negro, eso sí. Esta partida, a razón de 8 pts./m se eleva a 288.000 pts. A ello hay que sumarle el tiraje del copión y las copias. Aún así, uno de los capítulos más altos es el artístico: 400.000 pesetas deben cobrar Pilar López y su ballet, la mitad de esa cifra Antonio y la cuarta parte Mary Emma. Además, cuenta con la colaboración de cantaores como Jacinto Antolín “Niño de Almadén”, Aurelio Sellés “Aurelio de Cádiz”, Cristóbal Gil Gómez “El Niño de la Cantera” o Manuel Terrón “Manzanilla”, y de guitarristas como Luis López “Maravilla”, “Badajoz”, Rafael de Jerez, Manuel Moreno “Moraíto Chico” y “El Poeta”. Vale decir, el quién es quién de su timpo.

El permiso se le concede el 9 de junio de 1952, apenas una semana antes de iniciarse oficialmente el rodaje. En paralelo, un miembro de la comisión le envía una carta en la que le advierte que corre el riesgo de que la película sea calificada como “documental”, lo que supondría la pérdida de todas las ventajas económicas que tienen los largometrajes de ficción. Neville se apresura a contestar con un puntín de sarcasmo que poco o nada le habría costado hilvanar una trama de turistas extranjeros en España o un amorío entre un torero y una cantaora. “Pero –escribe-, renunciamos a rebajar nuestro intento y engarzarlo con un tema manido, más o menos de pandereta y, desde luego, siempre en un camino trillado”.

Sólo dos números de la copia en blanco y negro tienen un montaje ligeramente más largo que en la de color: la "serrana" bailada por María Luz Galicia y la sonata del Padre Soler que baila Antonio ante el monasterio de El Escorial. Faltan, en cambio, la cabecera de Suevia Films (unos 20 segundos) y, lo que es más grave, el fragmento del rodillo de títulos en el que se leía que la película había sido rodada en Cinefotocolor. La copia procede del negativo azul pues tiene grises densos en los tonos de esta gama cromática y, en cambio, traduce a un gris muy pálido toda la gama de rojos.

La tijera de la Censura es evidente en los siguientes fragmentos:
-"la liviana", eliminada casi por completo puesto que estaba "cubierta" por unos planos de unos contrabandistas descargando un alijo frente a Gibraltar,
-"la media granadina", donde la locución explica que, en el Sacromonte, los críos aún andan desnudos, pero se han sustituido todos los planos en los que aparecían los churumbeles en cueros por una toma del cortejo fúnebre pasando ante la Alhambra, con unos niños (vestidos y sentaditos, muy formales) en primer término.
-"la petenera", completamente desaparecida porque a Neville se le ocurrió poner por delante un verso de su amigo Federico: "Córdoba, lejana y sola"...
-"las alegrías", de Vejer, probablemente porque el padrino tira unas perras al aire para que los chavales las cojan del suelo; no creo que sea por la copla: "qué picarillo tunante, qué picarillo truhán, que cuando vaya contigo, ¿dónde me vas a llevar?".
-"las alegrías" que baila una abuela con su nieta en la azotea; se ha suprimido toda la primera parte, el baile de la vieja, hemos de suponer que porque es poco agraciada, aunque el sentido real de la escena -la pervivencia del cante jondo y el flamenco gracias a la transmisión intergenaracional- se pierde irremediablemente.

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