Vientos de La Habana (2016)

Por Dqvlapeli Blog - De qué va ... - 17/07/2018

Vientos de La Habana (Félix Viscarret, 2016)

El teniente de la policía cubana Mario Conde (Jorge Perugorría) debe investigar la muerte de una profesora de instituto (Mariam Hernández). Al mismo tiempo, se enamora de una mujer bella y misteriosa llamada Karina (Juana Acosta). Si no la encuentra, se emborracha hasta la inconsciencia con su amigo El Flaco (Luis Alberto García). Al día siguiente tendrá que reemprender la investigación y aguantar las puyas de un capitán (Vladimir Cruz) con el que tiene un antiguo contencioso. La investigación avanza a ritmo pausado, Mario Conde recupera la ilusión por escribir al tiempo que vislumbra un amor posible y de la ciudad que fue La Habana sólo quedan vestigios. A esos vestigios se agarra un Mario Conde nostálgico y romántico. El instituto donde daba clase Lisette es el mismo al que fue él y, sin embargo, ya nada es igual.

Vientos de La Habana es un pastiche de noir con ambientación caribeña. En vez de las frías luces nórdicas o las sórdidas noches de Los Ángeles, todo ocurre aquí a la esplendorosa luz del día: el tráfico de drogas, la rutina policial, la investigación... Los personajes son también los clásicos del género: el compañero del (anti)héroe, la femme fatale, el confidente condenado, el poli corrupto, la víctima que esconde una vida oculta... Recorriendo las calles, soportando la película sobre sus hombros, Jorge Perugorría.

Si el escenario es novedoso, la trama resulta rutinaria en exceso. Los recursos visuales -los planos aéreos de las calles habaneras, los travellings a contrapelo por callejones ominosos, los interludios amorosos, los flashes del crimen que surgen como fogonazos en la cabeza del investigador- están explotados hasta la saciedad por las series televisivas. La participación en los guiones del novelista Leonardo Padura y de su mujer, Lucía López Coll, les proporciona una carga literaria -no sólo en los diálogos, también en algunas imágenes como la del policía sentado a la máquina de escribir o la de una mujer desnuda tocando el saxo- que, sin embargo, no logra filtrarse a la construcción del relato. Las dos tramas principales discurren paralelas sin encontrarse jamás. El fracaso profesional y el fracaso amoroso se superponen para ofrecernos el retrato de un perdedor en una ciudad que se cae a pedazos, pero el relato queda sin clausurar. Es posible que todo ello tenga que ver con que la película es una especie de episodio piloto, cuyas siguientes tres entregas serán estrenadas en televisión. Probablemente el ámbito doméstico sea más clemente con Vientos de La Habana.